lunes, 20 de mayo de 2013

Relatorio del día 15 de mayo



… En esta etapa del NuTaan, estamos aprendiendo las danzas del mandala de energía corporal y explorando más específicamente la danza de la serpiente…
Conociendo la capacidad de las serpientes de cambiar su piel vieja por una nueva, nosotros la tomamos como imagen para experimentar en la danza. No se trataba de andar arrastrándonos apelotonados como gusanos y en el primer enganche que encontremos quedar todos sin ropa. Aunque podría haber sido divertido; creo que se lo voy a proponer a Rodolfo.
El mandala de energía corporal es una serie de danzas que van en progresivo y preparan el cuerpo para un acto creador. En cada danza convocamos y creamos, por medio de la voluntad, una energía diferente que está en tensión con nuestro cuerpo físico-emocional, con los demás cuerpos físico-emocionales que están presentes y con lo externo, lo espacial.
La danza de la serpiente, como el mandala en su totalidad, es una meditación activa que trabaja con la visualización y el uso de mantras indígenas e hindúes, el contacto sensible con los órganos y zonas del cuerpo (Zonas sexuales, endocrinas, zonas emocionales, vocales y del pensamiento).
Entonces, luego de ese contacto energético con nuestro cuerpo la consigna es que improvisemos dos danzas. Al finalizar la primera nos tomamos un momento de reflexión acostados en el piso para tomar conciencia de ese proceso, de abandonar y cambiar la piel…

…Qué hábitos corporales repetimos, en qué tipo de tensiones no estamos acostumbrados a entrar, juicios extremos, lo grupal, lo individual, etc…

…para tomar la decisión de abandonarlo, despojarnos de eso y producir una segunda danza diferente en tensión con aquello viejo y lo nuevo que aparece.
Pero ¿qué sentido tiene tomar clases de entrenamiento físico, de esfuerzo y danza a media semana con todo el estrés encima y siendo una de las primeras noches más frías del año? Y ¿qué pasa cuando encima de apoco te vas dando cuenta que ese es el camino que vas haciendo en la vida? Cansarse, transpirar, que te duelan las piernas el resto de la semana, salir de tu casa, moverte por tres horas y cada vez hay que exigirse mas. Y es que todo esto es solo una cara de la moneda. Además, esta no es una moneda común. Es una que tiene muchos lados, como un prisma o una piedra cristalizada, siempre podes ver en la transparencia el otro lado. Trabajar con el cuerpo desde el arte, desde la danza en su sentido más amplio de la palabra es un desafío constante, es como jugar a la luchita con uno mismo.
En la primera danza del ejercicio, me pasó que sentía el cuerpo duro, trabado y cuando me largué  a improvisar traté de mover todos esos lugares  mas tensos: la espalda, las muñecas, la cadera, la voz… y entré en un devenir de movimientos y ritmos en donde aparecieron saltos, movimientos explosivos en los brazos no tan ligados y suaves como estoy mas acostumbrado. Muchos sonidos vinieron por la agitación y la variación en la respiración  que me dejaron descubrir otros tonos, intenciones y a la vez en cada sonido el cuerpo se acomodaba de formas distintas para poder producirlo.
Fue interesante porque yo estaba concentrado en cómo operar el cuerpo para que ese devenir no se cortara, a veces dejando que se produzca solo y otras ejecutando un movimiento llevándolo al máximo. Todo eso adquiría un flujo en el que la danza no ocultaba las caídas, la agitación como errores, sino que funcionaban creativamente.
En el momento de finalizar la primera danza, pensé en que había llegado tan cansado a la clase y de repente estaba haciendo tantas cosas. El ejercicio me hizo reflexionar sobre la retención. Todo aquello que en el cotidiano retengo, anudo en el cuerpo y que no sale.
¿Por qué no sale, cómo sería si pudiera lograr que esas sensaciones estuvieran siempre, qué me lo impide?
Es cierto que el contexto de lo cotidiano y de una clase son diferentes. Pero también es cierto que hay una parte mía que queda en el olvido. Quizás por eso me guste danzar.
Cosa que puse en práctica en la segunda danza intentando mirar a cada compañero sin dejar de registrar el cambio que se había dado y aunque sea por un ratito verlos de otra manera y recibir sus mundos creativos, ver por donde anda danzándose cada uno. Yo los veía distintos; a algunos era como si fuera la primera vez que los veía. Yo estaba diferente y ¡cómo cambian las cosas! es voluntad de tensión, la voluntad de producir un acto creativo que permite abrir otras puertas en uno.


Fabricio.

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