… En esta
etapa del NuTaan, estamos aprendiendo las danzas del mandala de energía
corporal y explorando más específicamente la danza de la serpiente…
Conociendo
la capacidad de las serpientes de cambiar su piel vieja por una nueva, nosotros
la tomamos como imagen para experimentar en la danza. No se trataba de andar
arrastrándonos apelotonados como gusanos y en el primer enganche que
encontremos quedar todos sin ropa. Aunque podría haber sido divertido; creo que
se lo voy a proponer a Rodolfo.
El mandala
de energía corporal es una serie de danzas que van en progresivo y preparan el
cuerpo para un acto creador. En cada danza convocamos y creamos, por medio de
la voluntad, una energía diferente que está en tensión con nuestro cuerpo físico-emocional,
con los demás cuerpos físico-emocionales que están presentes y con lo externo,
lo espacial.
La danza de
la serpiente, como el mandala en su totalidad, es una meditación activa que
trabaja con la visualización y el uso de mantras indígenas e hindúes, el
contacto sensible con los órganos y zonas del cuerpo (Zonas sexuales, endocrinas,
zonas emocionales, vocales y del pensamiento).
Entonces,
luego de ese contacto energético con nuestro cuerpo la consigna es que
improvisemos dos danzas. Al finalizar la primera nos tomamos un momento de
reflexión acostados en el piso para tomar conciencia de ese proceso, de
abandonar y cambiar la piel…
…Qué hábitos corporales repetimos, en qué tipo
de tensiones no estamos acostumbrados a entrar, juicios extremos, lo grupal, lo
individual, etc…
…para tomar
la decisión de abandonarlo, despojarnos de eso y producir una segunda danza
diferente en tensión con aquello viejo y lo nuevo que aparece.
Pero ¿qué
sentido tiene tomar clases de entrenamiento físico, de esfuerzo y danza a media
semana con todo el estrés encima y siendo una de las primeras noches más frías
del año? Y ¿qué pasa cuando encima de apoco te vas dando cuenta que ese es el
camino que vas haciendo en la vida? Cansarse, transpirar, que te duelan las
piernas el resto de la semana, salir de tu casa, moverte por tres horas y cada
vez hay que exigirse mas. Y es que todo esto es solo una cara de la moneda.
Además, esta no es una moneda común. Es una que tiene muchos lados, como un
prisma o una piedra cristalizada, siempre podes ver en la transparencia el otro
lado. Trabajar con el cuerpo desde el arte, desde la danza en su sentido más
amplio de la palabra es un desafío constante, es como jugar a la luchita con
uno mismo.
En la
primera danza del ejercicio, me pasó que sentía el cuerpo duro, trabado y
cuando me largué a improvisar traté de
mover todos esos lugares mas tensos: la
espalda, las muñecas, la cadera, la voz… y entré en un devenir de movimientos y
ritmos en donde aparecieron saltos, movimientos explosivos en los brazos no tan
ligados y suaves como estoy mas acostumbrado. Muchos sonidos vinieron por la
agitación y la variación en la respiración
que me dejaron descubrir otros tonos, intenciones y a la vez en cada
sonido el cuerpo se acomodaba de formas distintas para poder producirlo.
Fue
interesante porque yo estaba concentrado en cómo operar el cuerpo para que ese
devenir no se cortara, a veces dejando que se produzca solo y otras ejecutando
un movimiento llevándolo al máximo. Todo eso adquiría un flujo en el que la
danza no ocultaba las caídas, la agitación como errores, sino que funcionaban
creativamente.
En el
momento de finalizar la primera danza, pensé en que había llegado tan cansado a
la clase y de repente estaba haciendo tantas cosas. El ejercicio me hizo
reflexionar sobre la retención. Todo aquello que en el cotidiano retengo, anudo
en el cuerpo y que no sale.
¿Por qué no sale, cómo sería si pudiera lograr
que esas sensaciones estuvieran siempre, qué me lo impide?
Es cierto
que el contexto de lo cotidiano y de una clase son diferentes. Pero también es
cierto que hay una parte mía que queda en el olvido. Quizás por eso me guste
danzar.
Cosa que
puse en práctica en la segunda danza intentando mirar a cada compañero sin
dejar de registrar el cambio que se había dado y aunque sea por un ratito
verlos de otra manera y recibir sus mundos creativos, ver por donde anda
danzándose cada uno. Yo los veía distintos; a algunos era como si fuera la
primera vez que los veía. Yo estaba diferente y ¡cómo cambian las cosas! es
voluntad de tensión, la voluntad de producir un acto creativo que permite abrir
otras puertas en uno.
Fabricio.
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